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Caravaca de La Cruz. Destino histórico y religioso.


Sobre Caravaca de la Cruz, en el interior de Murcia, vamos a tener primero una consideración histórica. La razón es simple, Caravaca es un destino histórico. Una ciudad para vivir la historia.

Esta consideración histórica la vamos a exponer basándonos en la obra de RA INFOGRAFICS y otros en soporte CD ROM denominada  “Caravaca de la Cruz Lignum Crucis”..

El origen de su nombre  ha suscitado las más variadas interpretaciones. Desde la popular, que quiere encontrarlo en la maravillosa aparición de la Vera Cruz , hasta la más erudita y no por ello menos mítica, apuntada por Manuel Guerrero Torres. La más extendida localiza el origen del vocablo en una forma ligur (“cara”) que significa “piedra”, aludiendo, seguramente, al macizo roqueño sobre el que se asienta la fortaleza y, un sufijo de origen ibero, “aca”, que denota posesión. En definitiva, recorrer la historia de Caravaca de la Cruz es recorrer la historia de España. Por sus tierras han pasado culturas prehistóricas, iberos, romanos,  árabes y castellanos...


Aquí les presentamos un breve recorrido por cada una de esas páginas de la Historia, esos registros de memria colectiva que han ido conformando la Caravaca de hoy.




Prehistoria

Las distintas cultuuras prehistóricas han ido dejando huella por todo el territorio del municipio (incluido el Cerro del Castillo y otros puntos de la ciudad), localizándose la mayor concentración de restos arquoelógicos en los llamados “Estrechos de la Encarnación”, a unos 12 kilómetros de la ciudad. Allí se localizan los restos paleo-antropológicos de la Cueva Negra que, junto a una aldea del Cobre, en Archivel y los yacimientos de Los Royos, La Represa o Los Alcores, son los asientos de los más antiguos pobladores.

también en esa zona cercana a Los Estrechos han aparecido restos de la Edad del Bronce en la Placica de Armas y en los Villares. Y en los Villaricos restos de pobladores ibéricos.

Romanización
La presencia romana en diversos núcleos caravaqueños se da tempranamente, pero es con el Cristianismo (últimos siglos del Imperio Romano) cuando se hace efectiva una evidente integración entre los pobladores nativos y la cultura romana. El grado de importancia que tuvo la zona se evidencia en la numerosa aparición de villas y, sobre todo, en el examen del Complejo de la Encarnación, auténtico foco cultural de destacado interés como yacimiento arqueológico.

Existen vestigios romanos en otros lugares de término municipal, como el poblado y las termas romas del Empalme, a la entrada de Caravaca desde Murcia, los yacimientos de la Ermita de Singla, o el Cerro de la Fuente dela Muralla de Archivel.

Se ha expresado la teoría de las invasiones mauritanas, que desde África, acosaban el Sur del Imperio hacia el siglo II y las inclusiones de los pueblos europeos, como los alemanes o francos en los soglos III y IV, que obligaron a los pobladores de la zona a abandonar los campos y recuperar las fortificaciones, lo que marcaría el fin del esplendor cultural romano de este territorio.






Al-Andalus

Tras la invasión árabe, Caravaca corre la suerte del Reino de Todmir, formando parte del territorio que el conde Teodomiro conserva mediante pacto con los conquistadores de la península.

Centrándonos en la población alrededor del Castillo, durante el período árabe se considera que Caravaca es una aldea (fortificada) dependiente de Mula. Las noticias de esta población son escasas, limitándose a breves referencias sobre sus aguas (las aguas
calcáreas de las Fuentes del marqués) o al poeta local Abul Hassan Al-Qarabaqui.


Otros vestigios nos hablan de esta época, como son las torres defensivas o de alerta
diseminadas por el municipio (Cueva del Moro y castillo de Los Poyos de Celda) o los nombres de lugares como Benablón o La Almudema.

Por la capitulación establecida en el tratado de Alcaraz en 1243, el territorio pasó a manos del rey de Castilla Fernando III. Poco antes se sitúa el episodio de la milagrosa aparición de la Cruz, en 1231.

Edad Media

Las palabras de Pérez de Hita reflejan, aún en el s. XVI, el espíritu bélico que domina la vida en Caravaca durante su período como frontera con el reino Nazarí de Granada. "Se vivía frente y en la frontera, y sus vecinos tenían que estar preparados en todo momento para lo que pudiera suceder; y era el trabajo alejado de las murallas, siempre con la incertidumbre y el temor de ser apresado o el nocturno y rotativo de vigilancia como velas y atalayas con la responsabilidad que se esperaba y en que confiaban los demás" dice el profesor Torres Fontes. Es el tiempo de las pequeñas fortificaciones de alerta: torres de Celda, de los Alcores, de Jorquera), de la vida dentro del recinto murallado de la villa que se extiende por lo que ahora son las calles Carril, Plaza Nueva, Plaza del Arco, Puentecilla y Adanes. Caravaca tiene importancia como plaza militar, sus campos no están cultivados más que hasta unos cinco kilómetros en torno a la fortaleza, sus habitantes son en su mayor parte gente de armas.

Por lo que respecta a la administración de la ciudad, en 1243 es regida por el aragonés Berenguer de Entenza para el rey, pasando a manos de la Orden del Temple en 1266 (tras dos años de reconquista por la sublevación mudéjar) formando una bailía junto a
Cehegín y Bullas. En 1312, a la desaparición del Temple, vuelve al realengo hasta 1344 en que pasa a depender de la Orden de Santiago.

Siglos XV y XVI

Tras la conquista del reino de Granada en 1492, Caravaca deja de estar expuesta al peligro fronterizo y comienza a florecer bajo la autoridad civil y religiosa del Corregidor y el Vicario de la Orden de Santiago.
Durante el s. XVI llegan 180 familias de hidalgos a los que el Rey ha donado tierras del término (yermas, como tierra de nadie).

La villa pasa de 1.500 habitantes en 1495 a 5.600 en 1558 y a 7.500 en 1639, comenzando a construirse extramuros los hermosos ejemplos de casas de nobles que forman el entramado de las calles Gregorio Javier, Canalejas, Monjas o Poeta Ibáñez.

El aumento demográfico obliga a construir una Iglesia Parroquial que albergue a la población. Así se edifica la Iglesia de la Soledad que, sin embargo, pronto quedaría pequeña, iniciándose en 1544 la construcción de El Salvador, cuya obra terminó (dejando inconcluso el proyecto original) entrado el siglo XVII. También se inicia en 1617(finalizando en 1677) la erección del Santuario, cuya fachada es obra del s. XVIII.

La popularidad de la Stma. Cruz favorece el establecimiento de órdenes religiosas, cuyas fundaciones se suceden a lo largo de estos dos siglos: Jesuitas (1570), Franciscanos (1571), Monjas Carmelitas (1576), Jerónimos (1581), Frailes Carmelitas (1586), Clarisas (1609).

Las fiestas grandes por aquel entonces son las del Corpus (aunque también se festeja el día 3 de Mayo la aparición de la Cruz). En estas fiestas desfilan los Gigantes y ya entonces se hacen "juegos de pólvora".

Siglos XVIII y XIX



En estos siglos Caravaca toma estatuto de ciudad (podríamos decir que de hecho primero y luego oficialmente por concesión de Isabel II, naciendo durante el XVIII la Plaza del Hoyo (actualmente de los Caballos del Vino) y calles como Hoyo, Condes, Meleros, Cruz o Ciruelos. Habitan el municipio unas 10.900 almas en 1787.
  
Culmina la construcción de edificios simbólicos como el Santuario (1703) y su fachada, el Ayuntamiento (1737-1763), se construye el Templete quedando con su configuración actual (1762-1801), se remata la obra de la torre del Salvador y se erige la Iglesia del Monasterio de Santa Clara. Asimismo se edifican el Teatro Thuiller y la Plaza de Toros, ambos mediado el siglo XIX.

La expulsión de la Compañía de Jesús y las Desamortizaciones de Mendizábal (1835) y Madoz (1855) tendrán una importante repercusión en esta ciudad tan habitada de Órdenes religiosas, desapareciendo los Franciscanos, Jerónimos y Carmelitas Descalzos (que regresarían a principios del s. XX) y quedando sin culto la monumental Iglesia de los Jesuitas.

La vida económica del municipio gira todavía en torno a la agricultura y la ganadería, cobrando gran importancia el mercado semanal establecido a finales del XVIII.

Siglo XX

A lo largo del siglo XX Caravaca de la Cruz cambia su fisonomía de núcleo rural hasta su actual configuración. La ciudad crece principalmente hacia el sur y el oeste, surgiendo como eje viario de referencia la Gran Vía, en torno a la que se edifican nuevos barrios como el de Ciudad Jardín.

Se recuperan y consolidan las fiestas de mayo en honor de la Stma. y Vera Cruz cobrando cada vez mayor vistosidad los desfiles de Moros y Cristianos y los Caballos del Vino.

Hoy es una ciudad pujante que vive de la producción agraria y ganadera y, tras el abandono de la obsoleta manufactura alpargatera (que, sin embargo, tanto significó para Caravaca hasta mediados de los años 50), también de la industria del mármol, calzado y muebles.



Visitas

El casco urbano nace de un cerro coronado por el castillo, de fundación árabe, que alberga el Santuario de la Santísima y Vera Cruz. En torno a la fortaleza, principalmente por sus flancos meridional y de poniente, se apiñan las calles y callejuelas del primitivo barrio medieval que tiene su continuación ascendiendo a otras dos elevaciones con edificaciones de similares características (aunque ya extramuros de la antigua muralla). La Caravaca antigua, como vemos, es ciudad de cuestas, si bien dulcificadas por el encanto de sus monumentos y caserones. Alcanzando la llanura, hacia el sur, se extienden los nuevos barrios surgidos durante el siglo XX.

Monumentos

Situados en la Plaza del Templete, nos detendremos a examinar esta obra incardinada en las fiestas y el fervor popular para pasar después a visitar la popular Iglesia de la Concepción. Frente a ella, la impresionante edificación de la Orden del Carmelo, con la Iglesia de Nuestra Sra. del Carmen como exponente de su larga tradición en Caravaca de la Cruz.

Continuaremos nuestro periplo paseando por la frondosa Glorieta hasta alcanzar la Plaza de San Juan de la Cruz, de ahí a la calle Rafael Tejeo y a la Calle Mayor.

Ya en esta antigua arteria de la ciudad, encontramos la Iglesia de los Jesuitas, magnífico templo, hoy abandonado, de planta cuadrada con cuatro imponentes torres. A continuación, el Convento de San José, fundación de la Santa de Ávila y, terminado ya nuestro paseo por esta calle, la imponente Iglesia de El Salvador. Desde su esquina este iniciaremos la subida al Real Alcázar Santuario de la Santísima y Vera Cruz con el que terminamos esta muestra de la profusa arquitectura religiosa de Caravaca.

Edificios civiles

Con esta visita nos proponemos conocer los bellos ejemplos de obra civil que la ciudad ofrece al visitante.

Iniciamos nuestro paseo en la Plaza del Templete, frente al cual encontramos la Casa de la Cultura. Continuamos nuestro recorrido, desde el Templete, por la calle del Hoyo (vía empinada desde la que parten los Caballos del Vino en su primer recorrido el día 2 de mayo) para llegar a la Plaza de Los Caballos del Vino. Bajamos hacia la Iglesia del Salvador por las calles Canalejas, Vidrieras y Gregorio Javier y rodeando el Templo encontramos la Plaza Nueva donde se ubica el Teatro Thuillier. Desde dicha plaza podemos tomar la calle de Las Monjas (nombre que toma del Convento de Clarisas que existe en ella, edificado en el s. XVII sobre una antigua ermita dedicada a S. Sebastián) y, cruzando el puente Uribe, acercarnos hasta la Plaza de Toros de la Ciudad. A la vuelta, desembocando por el mismo camino otra vez en la Plaza Nueva, subiremos por la calle del Carril para internarnos (por cualquier calle lateral a la derecha) en el abigarrado y bien conservado Barrio Medieval. Paseando por este sorprendente conjunto de casas hacia el sur llegaremos a la Cuesta del Castillo, que debemos bajar para, en la Esquina de la Muerte derivar hacia nuestra izquierda entrando en la magnífica Plaza del Arco, donde se levanta el Consistorio municipal. Terminaremos nuestro recorrido, tras pasar el Arco, al desembocar en la Gran Vía que ofrece al visitante multitud de locales de restauración donde reponer fuerzas.

Museos

Caravaca de la Cruz exhibe su rico legado histórico en cuatro museos. Un recorrido por los mismos puede servirnos no sólo para examinar obras de gran importancia arqueológica o artística, sino que constituye una excusa perfecta para recorrer las calles de la ciudad. El itinerario puede comenzar con un paseo hacia el centro del casco urbano.

Dirigiremos nuestros pasos al Templete, bajaremos por la Glorieta y enlazaremos con la calle Mayor, donde se encuentra el Museo Conventual de las Carmelitas, con una importante colección de arte sacro. Bajando por la calle Mayor y continuando por la Cuesta del Castillo nos encontramos con la Iglesia de la Soledad, donde reside el Museo Arqueológico cuya colección abarca desde la Prehistoria hasta la época árabe. Por final de la Cuesta del Castillo accedemos al Real Alcázar Santuario que ofrece al visitante el Museo de Arte Sacro e Historia. Sus salas exhiben una deslumbrante colección de orfebrería y ornamentos religiosos, pintura y una muestra de vestimentas utilizadas en las fiestas de Moros y Cristianos y de los Caballos del Vino.

Excursiones

Caravaca de la Cruz no es sólo la ciudad. Su término guarda rincones de gran belleza natural y otros de elevado interés histórico o costumbrista. Aquí les proponemos algunas: una excursión para realizar incluso a pie (apenas dos kilómetros de paseo) a las Fuentes del Marqués y unas cortas excursiones en automóvil por tres pedanías de Caravaca.

PARA LLEGAR




En coche, saliendo por la Avda. de los Andenes y a la izquierda (Camino de Mayrena). Al llegar puede aparcar en una explanada habilitada al efecto. A pie: Pasado el Templete, igualmente por la Avda. de los Andenes a la Izquierda (Calle Doctor Robles) hasta el Camino del Huerto. Ambos caminos coinciden en El Molinico, de allí seguir el Camino hasta las Fuentes.
El paraje de Las Fuentes del Marqués es un delicioso espacio natural donde nacen las aguas que luego llegarán encauzadas hasta el Templete y que riegan la vega caravaqueña. El manantial brota del suelo, dentro del propio cauce, en unos estanques circulares conocidos como "sartenes". Existe un largo y frondoso paseo a la vera del cauce.
Quiere la tradición caravaqueña que aquí se inspirará San Juan de la Cruz para escibir el poema "Fonte que mana y corre..."
El Torreón de los Templarios: Torre de mampostería edificada por la Orden de Santiago en el s. XVI posiblemente sobre una edificación templaria anterior. Actualmente está rehabilitado y acondicionado como Centro de Interpretación de la Naturaleza.

Se ha habilitado también en la zona un Albergue Juvenil con capacidad para 36 personas.












  


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